viernes, 15 de abril de 2011

No y mil veces no

Testimonio de Irma Parra:
 ‘Eran las 10:00 del miércoles. Me dirigía a la distribuidora Pica, de mi propiedad, que está en el casco urbano de Riobamba. Observé que el tráfico estaba detenido por una caravana. Había dos vehículos delante del mío.

Cuando llegué cerca del coliseo Teodoro Gallegos, en las avenidas Unidad Nacional y Duchicela me di cuenta que pasaba el Presidente de la República saludando y le grité : ‘No’, moviendo mi dedo índice izquierdo, porque con la mano derecha sostenía el volante.

Él (el presidente Rafael Correa) se bajó de su auto y me dijo un poco de groserías: insolente, majadera, malcriada. Ordenó que me bajaran del auto y me detuvieran. En ese momento me puse muy nerviosa. Algunas personas que me acompañaban me dicen que yo le había respondido alguna frase que no recuerdo. Claro, con la actitud del Presidente los calificativos que me dijo le rebotan.

Dos agentes de seguridad de la Presidencia empujaron a mi esposo, quien llegó después de unos minutos hasta el lugar donde estaba. Él les exigía una explicación del porqué me detuvieron.

Ellos estaban preocupados por pedir la intervención de la Policía local para concretar mi detención. Dijeron que ya había una orden para esa acción.

Primero, me llevaron custodiada por miembros de la Policía al Policlínico de Riobamba. Me dijeron que era para verificar si yo tenía moretones o golpes. Un médico, de apellido Borja, me revisó. Luego fui trasladada a la prevención de la Policía y a la Unidad de Policía Comunitaria (UPC), que está en el parque Sucre.

Las instalaciones de la UPC no son para un ser humano. Peor para una mujer que por cualquier eventualidad doméstica tiene que ir a parar en ese sitio.

Le dije al intendente de Policía, Alexis Santamaría, que me comprometía a buscar ayuda para que esa UPC, que sirve para las mujeres, tenga otro tipo de cara, yo hago obra a través de las damas del voluntario de Riobamba.

Yo respeto a todas las personas y me gusta que me respeten también. No fue mi intención sacar el dedo ni hacer una seña que le pudiera molestar a alguna persona que haya estado por ahí. Mucho menos al señor Presidente.

Cuando estuve detenida en la Intendencia de Policía traté de escribir algo en un papel porque quería mantener mi mente lúcida. Estaba preocupada porque mis hijos, que estudian en Quito, se querían venir y mi esposo, junto con mi hijo menor, hacía las gestiones para que me liberaran.

Lo que me sucedió es una barbaridad, un atropello. Todo el mundo tiene la libertad de expresarse como pueda. ¿Por qué (el Presidente) tiene que tomarse la molestia de bajar de su auto y, con una actitud prepotente, increpar a una ciudadana? No sé por qué le importa tanto que le digan ‘no’. Es algo que no lo entiendo. Pero me dio pánico verle con la actitud que se bajó.

El Primer Mandatario debería corregir este proceder. No nos conviene a los ecuatorianos cambiar de Presidente, a cada momento. Pero él debería medir su falta de cordura. Esas actitudes le perjudican al país y a nosotros, como seres humanos, que debemos estar alerta de una persona que siempre está a la defensiva, para actuar de esa forma. Las personas (la escolta presidencial) que testificaron en mi contra, no sabían ni el color de mi carro.

Siento amargura e impotencia. Nunca se ha visto esto. Me pregunto por qué tienen que suceder las cosas de esa forma. Hago esta reflexión, esto le hace daño al país. Yo tenía pensado votar ‘sí’ en algunas preguntas de la consulta popular, pero ahora mi ‘no’ va a ser rotundo como lo dije en el momento en que me detuvieron. No y mil veces no”.

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