lunes, 9 de diciembre de 2013

EDWARD WHYMPER en los ANDES ECUATORIANOS

EDWARD WHYMPER
(Londres, 1840 - Chamonix, 1911)


Edward Whymper
Viajero y explorador británico. Realizó sus primeras ascensiones, llevadas a cabo con un grupo de alpinistas, para la ilustración de un intento de escalada del monte Pelvoux.
Una vez se hubo apasionado por la montaña efectuó una serie de ascensiones que mejoraron los conocimientos acerca de los Alpes del Delfinado, los Peninos y el macizo del Montblanc. Después de seis fracasos logró alcanzar por vez primera, el 14 de julio de 1865, la cumbre del Cervino, victoria que costó la vida a cuatro de sus compañeros y estuvo a punto de serle fatal. La narración de tales intentos constituye la mayor parte de su libro Escaladas en los Alpes, publicado en 1871 e ilustrado por él mismo.

Algunos años más tarde organizó una expedición a los Andes del Ecuador, y ascendió por primera vez al Chimborazo (6310 m.) y a otros importantes picos. Dejó el relato de esta nueva empresa en Viajes por los Grandes Andes del Ecuador (1892). Llevó a cabo una última expedición a las Montañas Rocosas del Canadá (1901-05).

En ECUADOR
En 1.875 decidió venir al Ecuador a comprobar los efectos de la baja presión atmosférica y llegar a la mayor altura posible. El Chimborazo llamaba su atención dada su mayor altura sobre el nivel del mar, que según Humboltd era de 21.425 pies y quería acampar sobre esa montaña, en alturas graduales y cada vez mayores, hasta la cumbre; pero como no tenía la seguridad de que eso se pudiere llevar a efecto, se propuso al mismo tiempo otros objetivos; determinar las alturas y las posiciones relativas de las principales montañas, las comparaciones entre el punto de ebullición a través de los aneroides y el barómetro mercurial y colectar seres y elementos de la fauna y flora de las  grandes alturas. 

Para el efecto conformó su expedición con su antiguo guía
 Juan Antonio Carrel y con su primo Luis Carrel que contrató a última hora. El pesado equipaje fue embarcado cuidadosamente y llegó antes que ellos a Guayaquil y Quito. 

El explorador Von Thielmann, quien acababa de hacer un viaje por Colombia y Perú y había subido al Cotopaxi, le esperó en Ostende y entregó datos muy valiosos de sus experiencias. 

El Dr. Alphonse Stubel, de Dresden, le obsequió una copia de su obra inédita "Alturas tomadas en la República del Ecuador" deducidas de sus observaciones con el Dr. W. Reiss entre 1.871 y el 73. Boussingault, que en 1.848 había intentado ascender a la cúspide del Chimborazo, le deseó suerte.


Por los caminos de WHYMPER
1.879

 9Diciembre desembarco en Guayaquil después de un viaje sin incidentes por el Atlántico, tras una ligera escala de diez días en el istmo de Panamá. Encontró la ciudad llena de refugiados de la Guerra del Pacífico y contrató al Sr. Perring de intérprete y ayudante. El cónsul inglés Cap. George Chambers Stook le atendió en su casa.
13 partió con su gente a bordo del vapor fluvial Quito. A la media noche arribaron a Babahoyo y al día siguiente tomó hacia Guaranda con los Carrel y Perring

17 en adelante se internaron por los arenales y las faldas del Chimborazo

Chimborazo
21Diciembre constatan  que el Chimborazo tenía dos cumbres y no una sola como habían afirmado Humboldt, Boussingault y otros. 

4Enero Primer ascenso a las cumbres. El relato de este ascenso consta en el Capítulo III de su obra "Travels amongst the Great Andes of the Equator" con gran resonancia internacional por el contenido  científico, de aventura y exotismo de sus relatos y por sus hermosos grabados. Los expedicionarios sufrieron intensamente en el Chimborazo debido al mal de las alturas y al soroche, la falta de oxígeno les obligaba a respirar con intensidad y por la boca, resecando las gargantas e impidiendo que pudieran tomar agua o alimentos. Desde el tercer campamento en el Chimborazo observaron al Sangay, volcán activísimo que constantemente arroja fumarolas de vapor y que dista como 40 millas de distancia, destacando su siniestra  silueta por encima de las cordilleras circundantes.

1.880
6 Realizaron un segundo ascenso y encontraron en su punto más alto, a 8.5000 pies de altura, la especie vegetal Lecamora Subfuscal, un liquen que estaba extendido en un área considerable. Allí tuvo la oportunidad de continuar sus experimentos y mediciones y como el tiempo se había dañado bajaron al campamento Tres. 

7 Los Carrel no quisieron volver a ascender porque se sentían enfermos y optaron por retirarse, quedándose Whymper durante dos días. 

12 Después de permanecer junto a Perring, quien le había ido a visitar dos días antes, regresaron a Chuquipogio tras haber permanecido diecisiete días en el Chimborazo, encontrando a los Carrel muy enfermos. En Ambato fueron tratados por el Dr. Abel Barona que resultó un galeno competente y el Ministro de Relaciones Exteriores Juan Guerrero Duprat les atendió en su casa. Lástima grande que después de tantos trabajos en el establecimiento de los campamentos superiores, solo pudieron permanecer tan corto tiempo en la montaña, pero la dolencia de uno de los Carrel era grave pues tenía las plantas de los pies partidos y con grandes dolores. 

25 siguió a Latacunga y con Juan Antonio Carrel se hospedó en el pequeño hotel de Pompeyo Baquero que hallaron muy limpio y aseado.

 En Macuchi hicieron una recolección de sabandijas y otras alimañas y se dedicaron a examinar los Ilinizas, el Atacazo, el Corazón, el Pasochoa y el Rumiñahui que rodean esa hoya geográfica, mientras Luis Carrel se mejoraba de sus dolencias. Con la ayuda de un guía de nombre Lorenzo subieron a la cúspide del Corazón, encontraron señales de una ascensión anterior y comprobaron que los insectos pueden vivir a mayores altitudes que las aves. Whymper era un aventurero osado y se propuso ascender al Antisana y al Cayambe, cumbres peligrosísimas que nadie había conquistado. También pensó escalar los Ilinizas, el Cotopaxi para observar en la noche el interior de su cráter, pues suponía con mucha razón que aún debía seguir en actividad, tras la erupción del 26 de Junio de 1.877. 
Ilinizas

7 de Febrero pasaron con tal fin a la hacienda El Rosario. 
  
8 Ascendieron a los Ilinizas.

9 estuvieron en el glaciar y lograron a la cresta por unas escabrosas barrancas llenas de nieve, disfrutando del maravilloso espectáculo de varias tempestades de rayos, nieve, granizo y cellisca, así como de lloviznas y chubascos torrenciales que le acompañaron de regreso. Una vez en Quito preparó cuidadosamente el ascenso al Cotopaxi y pasaron a Macuchi a contratar gente.

15 iniciaron la marcha por las faldas pero el mal tiempo hizo que algunos expedicionarios se volvieran.

17  avistaron la cumbre por pocos minutos, notaron grandes nubes de vapor que rodaban por los bordes del cráter y se dirigían enseguida hacia el norte. Cuando mejoró el tiempo, habiéndose disipado las nubes, volvieron a observar el cono perfecto de la montaña, explorando sus zonas más próximas sin encontrar nada extraordinario.

18 ascendieron por un lomo sin trepar y como si estuvieran de paseo, acampando del lado occidental del cráter sobre un declive de ceniza. Siguieron al borde occidental del cráter encontrándolo casi lleno de humo y vapores que se esparcían en el aire y obscurecían el ambiente y para verlo bien tuvieron que esperar la llegada de la noche, cubiertos por una tienda de campaña colocada sobre una delicada capa de hielo y atada a cuatro piedras grandes y volcánicas por otras tantas cuerdas.

Cerrada la noche por completo subieron al cráter y observaron en su interior, como a 1.200 pies por debajo y hacia el centro, un punto circular de un diámetro diez veces menor que el del cráter. Era el respiradero del volcán, llena su canal de comunicación con las regiones inferiores, de lava incandescente, sino fundida llameando y relampagueando con intermitentes  y violentos escapes de vapor.

19 Tras nuevas mediciones iniciaron el descenso y dos días después estaban de vuelta en la hacienda El Pedregal. Dicho ascenso, con presiones más bajas que las soportadas en el Chimborazo, no les había ocasionado los síntomas agudos del mareo de las montañas sufridos en ese nevado, dejándoles perplejos. En tales circunstancias decidieron trepar al Síncholagua, un agudo picacho como para personas valerosas y arrojadas.
23 Suben a caballo hasta los 14,800 pies de altura, luego por despeñaderos profundos y coronados por prados de nieve húmeda y adhesiva semejante a la harina, así como por hielo, llegaron a un hermoso glaciar, pasaron atados sobre un áspero terreno y escalaron 1.100 pies casi sin dificultad, pero entonces les tomó una feroz granizada que los obligó a buscar refugio entre rayos y centellas aunque casi enseguida pasó y con la ayuda de hachas y bastones arribaron a la cumbre con otras penurias. El regreso fue corto y sin mayores inconvenientes y a los 14.500 pies halaron el junco Carex Jamenson
De Machachi  siguieron a Quito el 2 de Marzo y se despidieron del fiel Perring, contratando a un inglés de apellido Vanity que acababa de finalizar sus trabajos con una factoría en el Valle de los Chillos.
Quito
Hospedados en el Hotel Giacometti recibieron el saludo de bienvenida del Presidente de la República, Ignacio de Veintemilla. Al siguiente día, 3 de marzo,Whymper devolvió el saludo presidencial, visitando a Su Excelencia en compañía del Ministro de Inglaterra, F. Douglas Hamilton. Recibidos en Palacio, la reunión resultó amena y cordial. El Presidente tuvo muestras de gran amabilidad. Whymper quiso corresponderle bautizando el segundo pico del Chimborazo con su nombre y éste se interesó vivamente en el asunto, teniendo Hamilton que hacer una larga explicación sobre la forma de ascender a él, para lo cual tomó descuidadamente un sombrero de copa forrado de seda, de un Coronel que se encontraba al fondo de la habitación, que se disgustó muchísimo por la confianza.

El día 4 salieron con dirección al Antisana. Primero estuvieron en el Valle de los Chillos, en varias propiedades. Luego avisaron a Rafael Rebolledo, dueño de la hacienda Antisana y de otras no menos extensas en esa zona y desde el día 6 aposentaron en su casa de hacienda.
Antisana

Antisana


El Antisana no es una montaña fácil de escalar por su estructura compleja. Whymper y los suyos, auxiliados por guías conocedores, empezaron la jornada. A los 15.948 pies se ataron con cuerdas para el ascenso del escarpado glaciar pero se metieron a un callejón sin aparente salida y  tuvieron que deshacer el trecho recorrido, tras lo cual volvieron a la hacienda.

Esa noche sufrió de otalimia o ceguera de la nieve, por haber pasado demasiado tiempo viendo con largavista. Por eso, dos días después, recién recobrado, prosiguió en sus planes, acariciando grandes esperanzas de obtener una ilimitada visión de la inmensa región amazónica.

El 9 volvieron al Antisana y como ya conocían el camino, la marcha fue rápida, superando una furiosa tempestad de granizo y una nevada.

El día
 10, tras un laberinto de quiebras y otros accidentes como una avalancha de nieve, toparon con un flanco helado casi a nivel, en que no se percibía ninguna tendencia a bajar o a subir y cuyos extremos se perdían entre la niebla, era la cumbre. Allí descansaron y comprobaron que dicho volcán no tiene cráter abierto, pero en uno de sus costados y muy cercano al sitio donde habían estado el día anterior, existe una oquedad que despide vapores de azufre. 


Guagua
Durante el descenso casi perdió la vida pues súbitamente descendió por la puerta de una trampa y por poco arrastró a sus dos acompañantes que realizaron enormes esfuerzos para salvarle. De allí en adelante con los Carrel colectó algunas variedades y arribaron a la hacienda que a pesar de la altura goza del privilegio de tener pastizales y alguna vegetación herbácea, escarabajos y hasta cóndores, cuyas características principales Whymper estudió con detenimiento antes de regresar a Quito, para emprender el ascenso al Pichincha con sus dos cumbres: el Guagua y el Rucu.
Rucu



El
 21 salieron por la Magdalena a Chillogallo y Lloa. 

El 22 arribaron a un punto medio entre ambos Pichinchas, pero sobrevino una cellisca que imposibilitó la observación, de suerte que tuvieron que despachar a los arrieros a Lloa y se asilaron en el interior de una cueva o refugio. El 23 coronaron la cima del Guagua, cresta de lava de unos 150 pies de largo, roca firme en su mayor parte, aunque salpicada de cantos sueltos y hallaron un montón de piedras puestas por alguna mano meses atrás. De vuelta recogieron diversas clases de escarabajos, observaron hermosas mariposas y vistosos colibríes.
El 27 salieron a la llanura de Tumbaco, midieron en Guayllabamba, arribaron a la hacienda Guachalá y a la mañana siguiente al pueblo de Cayambe y planificaron una expedición para el siguiente día, 28 de ese mes, con la ayuda del Jefe Político Antonio Jarrín Espinosa, propietario mayor de la zona.

Durante el trayecto se extravió con uno de los cinco perrazos galgos que les había prestado Jarrín y tras dos días de vicisitudes arribó finalmente a una choza y los indígenas le llevaron de regreso al poblado.

Cayambe
 El 1 de Abril reinició el ascenso al Cayambe. Primero instalaron el campamento a 14.762 pies Por la noche sintieron a varios pumas merodeando el lugar. En los días sucesivos midieron y esperaron mejor tiempo. Recién el 4 escalaron la cima de la punta Jarrín y admiraron los tres hermosos picos de la montaña, siendo el mayor el Central a 19.186 pies.
 Los habitantes de Cayambe pudieron verles en las alturas por algunos minutos que el cielo se despejó. La excursión culminó exitosamente y sin una sola falta porque no hubo que desandar en ningún momento.
El 6 volvieron al sitio de Punta Jarrín para nuevas mediciones.
De regreso pasaron por el sitio La Dormida no muy lejos del lugar por donde había atravesado en 1.542 Gonzalo Pizarro para ir al País de la Canela y como Whymper se encontraba afiebrado, mandó a varios hombres de su expedición a buscar el mejor camino para localizar el Sara-Urco, montaña que también quería escalar.
El día 11 iniciaron nuevamente la marcha por una extensión cenagosa sobre la que crecían gramíneas canosas y llegaron al Corredor de Machay. La lluvia pertinaz, niebla muy densa y el frío que se agudizaba por las noches, les maltrataba. El 14 hallaron a cinco hombres que les estaban buscando en la creencia de que se habían extraviado y perdido. El 16 dejó finalmente de llover, salió el sol, subió la temperatura y pudieron observar el Sara-Urcu en todo su esplendor. Al día siguiente empezaron la subida por un gran glacial que fueron marcando con juncos para proveer las zonas de peligro al regreso. Caminaban por aristas tan agudas como las cimas de un tejado y a las once de la mañana coronaron la cresta con cielo despejado y azul, vientos y temperaturas inconstantes. Esa noche tuvieron que dormir en la estación superior y recién el 18 llegaron a La Dormida, tras una agotadora experiencia.

El día 21 de Abril salieron otra vez hacia el norte. Whymper iba con los primos Carrel, Verity, el guía Cevallos y Pering. El 22 arribó la caravana a Cotacachi y empezaron el ascenso por una ruta cuyos bordes estaban cargados de helechos, faldeando la base de la montaña que es totalmente quebrada. Tras el Iltaqui llegaron a un pequeño valle y fueron sorprendidos por una furiosa tempestad, tan cerrada, que no podían verse unos con otros.

 Los naturales abandonaron sus cargas y huyeron. Comenzó la nieve y el viento, de suerte que a duras penas pudieron armas sus carpas para guarecerse. A la mañana siguiente era tal la cantidad de nieve caída en la noche que calcularon unos seis pies, pero aún así continuaron el ascenso y al mediodía del 24 conquistaron la cumbre a 16.301 pies encontrando que el  pico era de lava rajada por el frío y en extremo enhiesto hacia el fin, pero con poca nieve.
Durante el mes de Mayo permaneció en Quito restableciéndose de una molestia estomacal. En Junio viajó a as pirámides de Caraburo y Oyambaro reedificadas por orden del Presidente Rocafuerte en 1.837. Ese mes realizó una prueba científica en Machachi para determinar si la disminución de la  presión atmosférica debilitaba la energía corporal y ningún método le pareció mejor que la comparación de la celeridad natural y habitual del andar bajo diferentes presiones. El día 12 de ese mes partió hacia Latacunga, Ambato y Riobamba para escalar el Altar. Luego estuvo con sus amigos en Penipe, en la hacienda Candelaria y en el valle de Collanes donde sufrieron la inclemencia del tiempo, con cuatro días de continuas lluvias, hasta que  acamparon casi bajo el picacho más elevado.
El Altar
 El día 19 sopló un fuerte viento glacial y permaneció nublada la montaña. El 20 combatieron un fuego prendido por Luis Carrel cerca del campamento y que avanzaba peligrosamente y como el tiempo no mejoraba regresaron a Penipe, desde donde tomaron hacia la depresión existente entre el Carihuayrazo y el Chimborazo para medir la carretera de Quito, pero tuvieron un encontrón con los empleados de un señor Chiriboga, dueño de la venta  de Chuquipogio, quienes quisieron asaltarles.

En los días siguientes, en compañía de un perro amistoso que les había seguido desde
 Penipe y al que bautizaron como Pedro, escalaron un picacho a 16.519 pies y localizaron una gran cantidad de musgo Grimmia Apocarpa, igual al hallado en el ascenso al Chimborazo y cuando se abrieron las nubes, ya en el campamento, pudieron percatarse que habían dominado el picacho occidental, algo menor al oriental. En eso les comenzó a atormentar la ceguera de las nieves y tuvo que preparar buena cantidad de sulfato de zinc, porque los dos guías nacionales y el perro también estaban terriblemente adoloridos. Dos días después, libres de tan molestosa dolencia, bajaron con los ojos vendados y lentes ahumados. 

El día 3 de Julio intentaron por segunda ocasión la ascensión del Chimborazo y al llegar a cierta altura observaron con sorpresa que erupcionaba el Cotopaxi. Una columna negra como de tinta subía derecho en el aire a una velocidad tan prodigiosa, que en menos de un minuto se había levantado más de 20.000 pies sobre el borde del cráter. A los 40.000 encontró una poderosa corriente de viento que soplaba con dirección oeste y tomó hacia el Pacífico.
Cotopaxi


Tras esa rara experiencia los expedicionarios siguieron el ascenso,  debidamente amarrados con sogas, por riscos escarpados y al llegar a la cabecera del glaciar vieron un bellísimo e inmenso panorama, cortado de pronto por las nubes negras del Cotopaxi que al pasar por entre la montaña y el sol producían increíbles efectos. Los cambios de matiz tenían evidente conexión con las diversas densidades de las nubes. El espectáculo duró  pocos minutos pero fue algo inolvidable. Entonces comenzó a soplar el viento y un frío polar heló los huesos haciéndose la oscuridad casi completa. Los expedicionarios tuvieron que bajar por Totorillas y tras reunir el día 5 algunas colecciones, regresaron a Chuquipogio, Guamote y Galte y por Alausí atravesaron el valle del río Chimbo, pasaron a la costa, tomaron el ferrocarril a Yaguachi y una embarcación a Guayaquil.

Cotopaxi
En el puerto principal se despidieron los primos Carriel que por barco viajaron a Panamá y a Italia. Whymper permaneció algunos días más hospedados en la pensión 9 de Octubre, llena de incomodidades y animalejos, hasta concluir sus clasificaciones y en espera de una nave que le condujera a Inglaterra.

Había recogido ejemplares de veinte órdenes botánicos a 15.000 y más pies de altura sobre el nivel del mar y doce de ellas tocaban o pasaban los 16.000 pies, quince géneros de Líquenes, cincuenta y ocho de Fanerógamas casi todas provenientes de las zonas del Antisana y del Chimborazo, en especial del segundo, anotado que en la Flora de altura predominaba el color amarillo. Las especies zoológicas no fueron tampoco del todo inferiores.

De regreso a EUROPA
De vuelta a Europa y dedicado a darle vida a sus notas de Viaje, considerado y tenido como uno de los ascensoristas mayores del mundo, vivió en su ciudad natal, aunque cada verano escalaba los Alpes.
Entre 1.900 y 1.903 visitó las montañas Rocosas de los Estados Unidos en compañía de seis experimentados guías pero sin intentar ascensiones, por expresa invitación de la "Canadian Pacifíc Railway". 
El 25 de Abril de 1.906 con casi sesenta años de edad contrajo matrimonio con Edith Marie Lewin de solo veinte y tuvieron una hija Ethel "que heredó las dotes de su padre, actualizando periódicamente las Guías Alpinas de su autoría".
En 1.910 se enteró de los intentos de ascensión a los altos picos de los Himalayas que superaron sus hazañas. El carácter se le había agriado considerablemente por efecto de una neurosis senil prematura, al punto que su esposa e hija vivían separadas de él.
En Agosto del 11 emprendió su anual recorrido a los Alpes. El 30 de Septiembre sufrió en la localidad de Chamonix un síncope y encerrado en su cuarto rehusó toda ayuda, tras lo cual falleció el día 16 de 71 años, "consagrado como uno de los más grandes andinistas y  alpinistas de todos los tiempos y forjador de las imágenes y relatos más bellos que se conoce de las altas cumbres del Ecuador..."

Alto, musculado, de rostro endurecido por el carácter y el sol, sus rasgos regulares le daban una severa prestancia juvenil. Ojos azules, pelo rubio que luego encanecería. Fue el prototipo del anglosajón del siglo XIX. En 1.921 su libro fue traducido al español por el Profesor C.O. Bahamonde y el 93 se publicó completo, con el título de "Viajes a través de los majestuosos Andes del Ecuador" con notas explicativas, en 448 pags. y numerosos grabados.

Sus colecciones reposan en el British Museum de Londres y han sido estudiadas por W. Carnthers y otros sabios europeos y norteamericanos.